
El suicidio, considerado uno de los grandes males de las sociedades modernas, se ha disparado en los últimos años, especialmente en los países más ricos, y se ha convertido en un problema de salud pública en muchos de ellos.
Sólo en los últimos 45 años el número de muertes por suicidio se ha elevado en un 60 por ciento, mientras que ya es la principal causa de fallecimiento entre jóvenes y adolescentes de un tercio del mundo.
Por cada intento de suicidio que acaba en muerte se calcula que, además, se dan casi veinte tentativas fallidas, con la existencia de dolor emocional, infelicidad o enfermedad mental que conllevan.
En todos los casos, las tentativas de suicidio tienen serias consecuencias también sobre familiares y amigos, dada la carga emocional que suponen y el temor que despiertan a que se repitan los intentos, lo que suele tener un efecto muy profundo y duradero.
Esas muertes y ese sufrimiento se podrían reducir drásticamente si se lograran reforzar las políticas y programas preventivos, algo factible a la vista de los grandes avances alcanzado en el entendimiento del fenómeno y la identificación de factores que potencian el comportamiento suicida.
Así, la OMS y la AIPS explican que las investigaciones han permitido saber que la enfermedad mental es el factor que más predispone (relacionada con el 90 por ciento de los casos) y especialmente la depresión, sufrida en el momento de la muerte por dos tercios de quienes se quitan la vida.
Pero hay muchos otros factores que elevan la propensión al comportamiento suicida: trastornos bipolares, abuso de drogas y alcohol, esquizofrenia, antecedentes familiares, existencia de tentativas previas, contextos socio-económicos y educacionales pobres o una débil salud física.
Influyen también otras circunstancias coyunturales estresantes, como rupturas o pérdidas afectivas, conflictos con allegados, problemas legales, financieros o laborales o acontecimientos que suponen humillación o vergüenza.
Bajo el lema ''Más conocimiento, más esperanza'', la OMS y la AIPS quieren llamar la atención este año sobre la importancia de utilizar esos conocimientos para desarrollar nuevas iniciativas y servicios eficaces para la prevención del comportamiento suicida.
Para ello proponen, por ejemplo, formar a los médicos para reconocer, tratar y curar mejor la depresión, ya que se ha comprobado que un gran número de personas que muere por suicidio visita la semana previa al doctor.
Otra propuesta es restringir el acceso a los medios letales, una medida preventiva a menudo subestimada, que sería fácil de aplicar y que ya ha demostrado ser muy útil.
En ese sentido, urgen a que se regule el acceso a medicamentos, armas y pesticidas, esos últimos utilizados en Sri Lanka y China para quitarse la vida por el 71 y 62 por ciento de los suicidas, respectivamente.
En cualquier caso, sostienen que la reducción del suicidio es una tarea en la que se pueden implicarse y contribuir todos los sectores de la sociedad, para lo que habría que empezar por dejar de banalizar y subestimar el problema y tratarlo adecuadamente en los medios de comunicación.
También aconsejan potenciar la autoestima de los demás, fomentar las relaciones sociales con familia y amigos, y apoyar a quienes buscan ayuda.
JESUS ES LA ESPERANZA
Recuerda querido amigo (a) “Porque nada hay imposible para Dios” (Lucas 1:37).
"Que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos."1 Pedro 1:3 solo...
“Invócame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás (Salmos 50:15).
Una vez ..."Vino a Él un leproso, rogándole; e hincada la rodilla, le dijo: "Si quieres, puedes limpiarme". Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó, y le dijo: "Quiero, sé limpio". Y así que él hubo hablado, al instante la lepra se fue de aquél, y quedó limpio. Marcos 1:40-42